sábado, 16 de febrero de 2008

Bitácora del Capitán /09: La Porfía.




""Amadeo empezaba a sentirse muy aburrido de estar sentado junto a Ochentón en la bronceada banca bajo la sombra de aquel nogal de ramas extendidas, que bordeaba la plaza de armas.

A pesar de que ambos ya eran bastante viejos, Amadeo aun consideraba si el agrado que experimentaba al sentir el calor y la brisa de ese soleado día, valdría la molestia de levantarse cada mañana.""

En esto deambulaba su mente cuando repentinamente le habló su cano amigo –Verdaderamente tu madre si que brilla hoy. – masculló entre su encía y los dientes postizos -.

Amadeo, algo desconcertado, tras ajustar sus añejos anteojos, solo logró distinguir, a unos pocos metros de distancia, una niñita que jugueteaba alegremente en medio de las flores del parque entre risas y cantitos.

¡Cada vez estas mas viejo!- exclamó Amadeo casi masticando las palabras -. Además de sordo, te estas volviendo ciego. ¡Lo que ves es una mocosa, NO mi Madre!

Pero Ochentón pareció no escuchar al rezongón Amadeo y añadió – Mírala pues, el jubilo en su sonrisa, ilumina toda la plaza. Realmente tienes una madre hermosísima mi compadre.

¡¿Cómo va a ser mi Madre?! ¡Si es una Niñita!- No dejaba de repetir, una y otra vez, Amadeo.

Y entre fútiles debates el viejo se perdió durante minutos, horas, quizás años; hasta que exasperado por las incoherencias y la sordera de su compadre la paciencia se le agotó; Amadeo se levantó costosamente pues los huesos ya le pesaban, y le gruñó a los oídos - ¡Viejo Ciego, Sordo y Testarudo! ¿Qué no ves que es una niñita? ¡Mi Madre es bisabuela, está enferma, ya su cabeza no tiene pelos!.

Sin embargo, la sordera del viejo parecía ser algo soberanamente grave, pues su mirada seguía deleitándose en los brillantes ojos de la risueña y radiante jovencita, que en la plenitud del aroma de las flores gustaba de la vida.

Al ver Amadeo que el anciano no le estaba poniendo atención, se irritó rápidamente hasta crisparse de molestia.

Entonces de pie junto a la banca soltó un hondo suspiro de resignación y medio fatigado volvió a tomar asiento, farfullando como para sí mismo. – Ya no tienes remedio. Los años te han hecho perder junto con la vista, el juicio. ¡Son las 5 de la tarde, a esta hora no hay ancianas! – Gritó antes de tomar aliento y proseguir- ¡Sólo hay palomas y mocosos! ¡Palomas!

Mas, frente a esa pausada indiferencia que le mostraba su amigo, mientras observaba aun a la pequeña, continuó cuchicheando.

-¡Ahí no esta mi madre!¡Yo sólo veo a una jovencita!-.

Y solo cesó su palabrerío al notar que en vez de perderse en la nada, la vista de su compadre lentamente se dirigía hacia él y ansioso esperó su reacción. El Ochentón parecía no haberse perdido ninguna de las palabras proferidas por el gruñón Amadeo.

-¿Es que no entiendes?- le contesto sonriendo. - Tu la quieres mucho.

Fin.

""Y Amadeo imaginó como sentiría su Madre las sencillas penas de esos años y como hallaba placer en todas sus sencillas alegrías, recordando su propia infancia y los felices días de verano.""


De Catalina Ramírez Yánez y Claudio Araos Marincovic

A mi Madre en su Cumpleaños.



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Imagen: Homewrecker de www.vhm_alex.deviantart.com

sábado, 9 de febrero de 2008

Bitácora del Capitán /08: La Utopía de Urano.




I.


Siempre hubo un Urano en la historia. Y habrá otros.
Ouroboros Ouranos.
Todo es un anillo.
En tu corona.


Ellos sabían que al derrotarte obtendrían el poder del universo y el control de la bóveda del tiempo. 10.000 millones de años atrás. El punto matemático.


Destierra a los monstruos al Tártaro.


Ellos sabían lo amados que serían si lograban robarte el amor a ti, dominarte, desdeñado y ente equivocado.


Destierra a los monstruos al Tártaro.


No hay excusas cuando no sé es humano, los errores de los hombres son los mismos de los dioses, pero no hay excusas cuando no sé es humano.


Destierra a los monstruos al Tártaro.


Exiliado es tu Utopía. Allí es la nación donde se forjó la primera civilización de hombres hechos de cobre y fierro, allí es un lugar opaco, perdido en el eco de hace 10.000 millones de años.


Destierra a los Monstruos al Tártaro. Son tus monstruos Urano. Son tus monstruos Utópicos. Los monstruos de tu Utopía.


Querían el poder del universo y el control de la bóveda del tiempo. Querer es poder, y querían más que tú poder tener poder. Ellos sabían lo amados que serían si lograban robarte el amor a ti, dominarte, desdeñado y ente equivocado.


Destierra a los monstruos al Tártaro.


Consiguieron encerrarte, gracias a ti, en ese lugar de geometría fluctuante, aquella esfera imprecisa, relación lobular del principio de incertidumbre, un anillo en medio de la pulpa palpitante de lo azul.


Destierra a los monstruos al Tártaro.


Yéndose encomiásticos los Astros, haciendo y deshaciendo a voluntades, y el amor de ella, panegirista, fue con ellos, hasta que pronto, pasados los 10.000 millones de años correspondientes, decidió dar tiempo al tiempo, sin arrepentimiento, cosas similares a las que esperabas tú.

Ay Urano. Ay Urano. Ahora desde el otro lado de las murallas del Superórgano, puedes observar, derrotado dios de un tiempo pasado.


Destierra a los monstruos al Tártaro.


Te carcome por dentro lo insano de aquello que no pudiste tener cuando lo tuviste. Son reflexiones alienadas entre intersecciones de quarks sin obviedad.

Sulfuras hidrogeno violento por los poros de tu cuerpo único, y confinas tu hogar ahora entre magníficas cúpulas de Monóxido de Carbono.


Alimentándote de hidrógenos milenarios, recostado sobre tierras de Metano milenarias que simulan hamacas florales. Que el amoníaco llene tus pulmones y los tuerza, que sea lo que respires.

Destierra a los monstruos al Tártaro.



Exiliado es tu Utopía. Haz tenido que caer sobre tus rodillas desgarradas, otra vez. Beber del Acetileno en este nuevo y solo lugar, mascar el Etano, 10.000 millones de años antes de nunca volver, moliéndolo con las muelas el Helio purpurante, recordando lo duro que es equivocarse cuando sé es un dios.


Porque no hay excusas cuando no sé es humano, los errores de los hombres son los mismos de los dioses, pero no hay excusas cuando no sé es humano.



Destierra a los Monstruos al Tártaro. Son tus monstruos Urano. Son tus monstruos Utópicos. Los monstruos de tu Utopía.



II.


Pecaste de ignorancia.
Si bien hay otros como tú.


Ninguno séptimo dando vueltas. Ninguno sufrido de tal forma. Ninguno vivido los efectos de la causa de la estática.


Todos gravitatorios.
Si bien hay otros como tú.


Ninguno inclinándose con esos radios de curvatura indeterminados por un eje de orientación anómala en 90º con respecto a ti mismo.


Pecaste de ignorancia.
Si bien hay otros como tú.


Ninguno sufrido de tal forma. Ninguno vivido los rastros de la colisión del amor, protopareja, la huella inefable de cuan vertical pudiste dar amor sin tregua.


Todos gravitatorios.
Si bien hay otros como tú.



Eres el único, el único Urano en el universo entero sin poder sobre él mismo.

Si bien hay otros como tú.

Tu Utopía es volver a tener lo que tuviste, pero sabes que conforme pasa el tiempo, menos recordaras el audio que era aquello que tuviste un día en el tiempo pasado, 10.000 millones de años antes de nunca volver.


Cuándo ya no lo recuerdes Urano. ¿Por qué cosa vivirás? Si eso era todo, todo y nada más.


Cuando desaparezca ¿que clase de objeto ocupará su lugar, aminorando la búsqueda de la felicidad y el entendimiento de lo galáctico?


Cuándo ya no lo recuerdes Urano. ¿Por qué cosa vivirás?. Si eso era todo, todo y nada más.


Tu mundo es una rareza planetaria. Ser de movimientos retrógrados. Viejo y hermoso. Cada vez más débil y más tonto. Perdido en el espacio, en un punto fijo, perdido en el espacio del tiempo y del espacio.

¿Qué dirán Oberon y Titania cuando te vean llorar?

¿Qué dirán Umbriel y Ariel cuando sientan el fuego de la ira de tus pulmones deshilachados?

¿Qué dirán, Urano, que dirán?. Importa realmente, créelo o no, siendo hombres o dioses, importa realmente, la existencia es imparcial, es el castigo primero del Big Bang.

¿Qué dirá Miranda, la mas especial, cuando sufra el vómito de tus gases venenosos, bastardos de una pena que no le pertenece?.


Cuándo ya no lo recuerdes Urano. ¿Por qué cosa vivirás? Si eso era todo, todo y nada más.


Ay Miranda. Ay Miranda. La destinada a vivir también de Utopías. Estar en Dios. Miranda la de los abismos 10 veces más altos, la de cañones gigantes, la del Verona Rupes. Miranda la que no quiere entender. La que no esclaviza tu amor.


Cuándo ya no lo recuerdes Urano. ¿Por qué cosa vivirás? Si eso era todo, todo y nada más.


Miranda la que está ahí en su camino, la que te ve llorar, la que siente el fuego de tus pulmones, a la que le importa realmente tu indolencia, la que sufre el vomito de tu pena. Todos los otros, satélites de sexo femenino.

Ninguno como Miranda. Siquiera Oberon hermafrodito. Por dentro son horribles, horribles como tú.



Destierra a los Monstruos al Tártaro. Son tus monstruos Urano. Son tus monstruos Utópicos. Los monstruos de tu Utopía.



84 años, año tras año, dando vueltas, una y otras vez, 84 + 84. Y 84 + 84 + 84. Repitiéndose durante toda la eternidad. Y 84 + 84 +84 + 84 años, año tras año, hasta el fin de los tiempos esperarás a que nunca regrese lo que tuviste y ya no tienes, desdeñado y ente equivocado.

Lo que esperas que se lleve el Olvido no lo quiere llevar, Urano, es una Utopía que no le incumbe, no le agrada el recuerdo del amor que se excluye en un infinito Ouroboros.


Cuándo ya no lo recuerdes Urano. ¿Por qué cosa vivirás? Si eso era todo, todo y nada más.


Ay Urano. Ay Urano. Viejo y sabio, tonto y débil, sin encontrar la respuesta definitiva.

Los campos magnéticos arden a 55 k de temperatura sobre las nubes de lo azul. Vacilando entre rabia y ternura, entre querer y no querer, en la adhesión, entre desear y no desear.

Sabes la respuesta Urano, la respuesta que no quieres encontrar la encontraste en un comienzo, antes de nacer el clímax, 10.000 millones de años antes de nunca volver.


Es vivir en la Utopía, no existe tal lugar.


Vivir en la ciudad sin muros es renegar del equilibrio axial, beber del rió sin agua, gobernar sin pueblo.


Esa ciudad es la Utopía, no existe tal lugar.


Es Utopía reclamar frente al orden cósmico. Rebelión frente a lo dado en la Realidad.


Es vivir en la Utopía, no existe, no existe tal lugar.


Propuesta de transformaciones radicales, hálito de una revolución sin circunstancias, sin batallantes, sin soldados, cáncer ni de naipes ni comodines en la ímbecil tabla universal.

No hay metal aquí dentro para forjar armas, ni para calentar bríos de guerra.

Es tu Utopía, tan solo una galaxia de buenos ideales. Un placer suntuario.


Cuándo ya no lo recuerdes Urano. ¿Por qué cosa vivirás? Si eso era todo, todo y nada más.



III.


Siempre hubo un Urano en la historia. Y habrá otros.
Ouroboros Ouranos.
Todo es un anillo.
En tu corona.


Lejano, 10.000 millones de años después de nunca volver.


Guerrero agrietado, abrumado por el pulpo de un mal antiguo, multiplicidad de tentáculos en mala hora trajeron consigo ofrendas y obsequios, lujos innecesarios: la peste, la guerra, el dolor, el hambre, la pena, la fiebre, el dolor de cabeza. Tanto duele la herida en el costado cuando falta la costilla, de donde Eva.


Guerrero agrietado, abrumado por el suelo en donde ha de cubrirse de sueño, el mismo que le hará recordar cuanto duele la herida en el costado cuando falta la costilla, de donde Eva.


Lejano, 10.000 millones de años después de nunca volver.


Utopía sigue siendo luchar contra los costados, muros de costillas y cementerios de diamantes, océano negro, allí flotan también las plumas que cayeron de Icaro tras su vuelo desdichado, aún.


Pero algún día, temprano o tarde, mas tarde que temprano o mas temprano que tarde habrá el reencuentro.


Ouroboros Ouranos.
Todo es un anillo.
En tu corona.


Cara a cara, uno a uno, yo a tú, la remembranza. Los detalles del éxtasis de la penetración protónica. ¿Que pasara entonces cuando suceda la revolución?

La memoria es dulce en las estrellas, pero en las estrellas estamos lejos.

Lejano, 10.000 millones de años después de nunca volver.


Que será de los Uranos. Que será de los Ouroboros. Que será de los Ouroboros Ouranos.


Que será de las conjeturas sobre el dominio de lo posible. Que será de los cálculos sobre la separación del eterno existente y el eterno inexistente para dar paso a la existencia.

Prisión de huesos, si, huesos y carne, pero al lado, el corazón palpita palpitante en medio de la pulpa de esa esfera azul.


Ouroboros Ouranos.
Todo es un anillo.
En tu corona.


Probabilidades caóticas se desatan sobre omoplatos abrumados por el pulpo de un mal antiguo, el mismo que les hará recordar, en el encuentro hombre-mujer, cuanto duele la herida en el costado cuando falta la costilla, de donde Eva logró escapar.


Ay Urano. Ay Urano. Las montañas del Superórgano ocultaron la verdad, las montañas de la traición inexorables. Los minerales dentro eran también monstruos, monstruos minerales, hijos del perdón inorgánico, forzoso.


Ay Urano. Ay Urano. Sus brazos fuertes no fueron capaces de escarbar ahusando el conocimiento de los Topos primigenios.


Ay Urano. Ay Urano. ¡Ella misma lo frenaba! , el amor, otra del costado. Ellos sabían que al derrotarte obtendrían el poder del universo y el control de la bóveda del tiempo. 10.000 millones de años atrás. El punto matemático.


Ouroboros Ouranos.
Todo es un anillo.
En tu corona.


Estuvieron unidos en el vacío de la pura simplicidad, en el Huevo Cósmico. Es un factor imprudente el azar que administra las cosas, cosas como los designios.


Ouroboros Ouranos.
Todo es un anillo.
En tu corona.


La muerte llega de formas diferentes, a dioses y hombres, a espacios y tiempos. Y se contrapone al crecimiento del Universo sidonio.


Ouroboros Ouranos.
Todo es un anillo.
En tu corona.


Tocamos el cielo con nuestras manos. Pisamos la tierra con nuestros pies. Cada uno de nosotros es un Atlas en sí mismo. Sostenemos el mundo que hemos maldecido, siendo pilares del destino galáctico que ciernen deidades cleptomaníacas sobre nuestras vidas en condena, muertas ya al comenzar la hora cero del día.


Ouroboros Ouranos.
Todo es un anillo.
En tu corona.


Ya todo esta hecho. Ella aguarda. Quedará en tu memoria, en tu dulce memoria, allá en las estrellas, pero en las estrellas estamos lejos.


Ay Urano. Ay Urano. Cuando creas que todo está perdido Urano está sobre nosotros. Es el final del viaje.


La Utopía de la vuelta atrás. Urano está sobre nosotros, encerrado en todos lados, el destino secreto, la razón de la vida.


Ay Urano. Ay Urano. Cuando estés hipertónico, come cianuro, ya que en apariencia dar es esclavizar.


No hay frontera en el destino último del universo, no puedo creerlo, solo queda el polvo nucleico. Para que Dios haga de él, otro habitáculo de historias sin sentido.


Ay Urano. Ay Urano. Ya no puedes más. Llegó la hora cero, al comenzar el día es volver atrás, al Uno. De hace 10.000 millones de años el Unuversus.


Ay Urano. Ay Urano. El destino secreto, la razón de la vida, es ser para sí, digno de ser.


Siempre hubo un Urano en la historia. Y habrá otros.
Ouroboros Ouranos.
Todo es un anillo.
En tu corona.


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Imagen: colossus_colors de www.anjinanhut.deviantart.com

jueves, 7 de febrero de 2008

Bitácora del Capitán /07: Efecto.

Luego de creerse, por un minuto, el héroe de su propia vida: vomitó.

Bitácora del Capitán /06: Apertura.

Si sus lágrimas pudieran hablar, Friedrich. ¿Qué dirían?.

lunes, 4 de febrero de 2008

Bitácora del Capitán /05: La Sentencia.


“El Capitán K’o había agachado una vez mas la cabeza sobre la barra del Barastral, bebió de un sorbo la quinta botella de Ron puritano, hasta que el alcohol quemara su garganta, hizo una mueca absurda para cuadrar los músculos de su cara, y luego de quedarse un largo rato en la misma posición, sin mirar, y sin hablar, con la barbilla apoyada en sus puños y los codos angulados sobre la mesa, se levantó, pasó su mano acariciando los duros pelos de aquella barba de 3 días características de su fuerte mentón, y se retiró.
Aquella caricia (realmente no lo fue) se superpuso al recuerdo de sensaciones hostiles e inútiles, y reafirmó su estúpida decisión. Prendió el último cigarro de la noche, pensó que ella ya no se lo arrebataría de la boca para besarlo y salió por la misma puerta por donde había entrado hace ya algunos años. El paso de su imagen en cualquier recuerdo ajeno lo desnudaba, lo vulneraba. Pero las reflexiones despiadadas le habían dado una respuesta, quizás, nunca con tanto encono, pero una respuesta al fin y al cabo.

Emprendió así su cruzada de liberación, la rigurosa maquina de su vida, y para poder hacerlo satisfactoriamente, debía desunir el presente del futuro, asesinar a los dioses que predestinaban su camino, para que nadie volviera a tocar la puerta del Corazón de Oro en nombre de sus sentimientos. Se vio entonces como era. Un lanzador de puñales miope. Y se alistó para asesinar a sus dioses, uno por uno, en sus propios dominios, en una guerra solo acompañado por sí mismo.

Cubrió su cuello de colmillos y collares, adornados con piedras, huesos, cuero y símbolos cósmicos, hasta que las cicatrices en su pecho quedaron ocultadas entre tantos fetiches.”

Bitácora del Capitán /04: África.

Reflexiono, al final, sobre África misma, sobre el Marfil, y deduzco que es oportuno aceptar que desde el País de las Hienas surge el Caínismo, uno entre mil, el amor por el asesinato de la prima parte de lo que más amamos.

Pienso entonces en evitarlo, no obstante, al calentar el sol del mediodía lo acepto. Porque arde el cielo. Pues está bien, cultivemos el odio, a pesar de que el odio sea una mentira declaremos la guerra, al intuir cuando las personas duermen con las personas y fundiéndose se dicen el amor asesino del amor por la prima parte de lo que más amamos.

Cada día que pasa, confirmo así la existencia de la Ley del Karma, y su protocolo: prepararse para lo peor, por supuesto, el Cara y Sello. Confirmo así la existencia de la Ley del Karma, y su protocolo, cuando observo las venas de mis brazos, atiborrados de un flujo de sangre caliente que quema, quema, y te cagas, y te aguantas, y te tragas la mierda. Solo.

Nunca fui Pirata, soy Corsario, y navego desde el África Primordial a Latinoamérica, llego a la Cuba Revolucionaria, a través del mar de la desidia, y la tempestad de las venas de mis brazos, atiborrados de un flujo de sangre caliente que quema, quema, y te cagas. Solo.

Cultivemos el odio, mientras podamos, como Caín esperando en el desierto miles de años, y te aguantas, y te tragas la mierda, confirmando así la existencia de la Ley del Karma, y su protocolo.


Quiero, desesperado y audaz, morir en Latinoamérica, un Yacimiento hedónico.
Preguntaremos a Sepúlveda su opinión.

Bitácora del Capitán /03: Estupor


Debe haber pasado una hora entera, no tenía forma de saberlo, cuando, de pronto, levantó los ojos sobre sí. Lo que entonces vio le sorprendió.